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El Joven Bicultural

Recuerdo el día que mis padres escucharon un anuncio después de misa invitando a los jóvenes a participar en un ministerio hispano. Le di una mirada a mi gemela esperando que ella también estuviera pensando lo que yo pensaba: ¡NO QUIERO IR! No quiero participar en un ministerio de jóvenes donde tenemos que rezar todo el tiempo y solamente hablar de Dios, mucho menos en el grupo juvenil en español. La idea de tener que estar con otros jóvenes de mi edad platicando en español era un poco incómoda para mí.

Mis padres no pudieron entender y yo no supe explicar porque pertenecer a este grupo era algo incómodo. Aunque mi primer idioma es el español, y puedo hablar, leer y escribir en español, no es mi idioma preferido para comunicar. Yo sé que no estoy sola en tener experiencias como estas.

Pertenezco a un grupo muy distinto en estos tiempos. Este grupo es un grupo de adolescentes biculturales; adolescentes tratando de navegar a cual mundo pertenecer y cuales costumbres adoptar para nuestras propias vidas. Ser joven que pertenece a dos culturas tiene sus responsabilidades con esperanzas de no fallar y sus beneficios de tener ventaja a experimentar más de dos culturas.

La vida en dos mundos

Es una gran bendición ser adolescente bicultural con oportunidades que solo se presentan a personas que viven dentro de dos culturas. Una ventaja de ser bicultural es que se puede aprender más del mundo y los seres humanos por estar más disponible a una variedad de información. También se puede tomar cosas de cada cultura como costumbres, tradiciones y maneras de hacer ciertas cosas que ayudan a hacer a un individuo único. Se puede comunicar y empatizar con más gente porque hay menos barreras que se tendrán que enfrentar por poder relacionar más con gente de las mismas culturas. Además de todo eso, hay trabajos que buscan y contratan gente específicamente por ser bilingüe. ¿Tengo que mencionar poder disfrutar de más comida, música y arte? ¡Eso sí es un gran regalo!

Ahora hablando de maneras de la fe, es muy bonito poder participar en tradiciones distintas de dos culturas. Me encanta participar en cantarle las mañanitas a La Virgen de Guadalupe, asistir a misa en español y disfrutar del coro, admirar a la gente mayor con sus devociones irrepetibles a nuestro Dios y a los santos. Hay algo especial en cómo viven y practican su fe que se debe de respetar. En donde una cultura carece, la otra lo compensa.

¿Cómo deben de ser?

Lo que es importante para los padres saber de sus adolescentes biculturales es que aunque existen muchas ventajas de vivir dentro de dos culturas, también se presentan muchos obstáculos. Estos obstáculos incluyen los estereotipos que vienen de pertenecer a una cultura. “O tú debes de ser….” o “entonces sabes cómo…” No solo son expectativas de gente fuera de las culturas, muchas veces los estereotipos pueden venir de nuestra propia gente. “Acaso no sabes…” o “Nunca te enseñaron como…” Para los jóvenes tratando de tener un balance de dos culturas y siempre tener que intercambiar entre los dos, se pueden sentir un poco derrotados de no cumplir con las esperanzas de cómo deben de ser.

Hay que recordar que una buena cantidad de adolescentes biculturales se identifican más con la cultura que los rodea y no tanto con la cultura que fue heredada de sus padres. Se pierde el balance de la cultura cuando los padres (aunque con buenas intenciones) ponen más esfuerzo en tratar de preservar sus costumbres en sus hijos en vez de promover un equilibrio saludable de ambas culturas.

Ahora trabajando como Directora de Educación Religiosa, tengo varios instantes donde los padres me vienen con preocupación por sus hijos los cual no quieren participar en misa en español o clases de formación en español. Estos padres les han enseñado a sus hijos a orar en su lengua materna pero no pueden entender porque es difícil para los hijos seguir en estos pasos. La realidad es que van a la escuela y leen, escriben, y platican en otro idioma. También es común que conviven con sus amistades en otro idioma. Entonces si eso es lo que están acostumbrados, no es difícil entender que resulta más fácil seguir esa forma en todas las áreas de sus vidas, incluyendo su fe. Es un obstáculo asegurarse de que no están ignorando una cultura, sino de nuevo, aprendiendo cómo y cuándo tomar un poco de cada una para formar quienes son como individuos sin sentirse culpable de negar sus raíces.

La identidad principal

Padres de adolescentes biculturales tienen razón al preocuparse de que sus hijos no pierdan sus costumbres que los vinculan a su cultura. Pero la realidad es que habrán momentos como esos. Continuando a invitarlos a vivir sus vidas en un balance y no preocuparse en caer en los estereotipos y expectativas de los demás los ayudará a ser orgullosos de pertenecer a dos culturas con una variedad de tradiciones y costumbres. Esto solo asistirá en convertirlos en personas que contribuyen a sus comunidades y la gente de ambas culturas que los rodean.

Es una gran ventaja con gran responsabilidad de atraer a más jóvenes a enfrentar este desafío. Ser un adolescente que pertenece a dos culturas provee oportunidades para ser ejemplo y también para evangelizar a más gente.

Lo más importante de recordar como padres, además de todos sus esfuerzos para tratar de preservar su composición cultural, es que la identidad de un joven adolescente no viene de la sociedad ni las culturas a cuales pertenecen. Esto ayuda a formarlos, pero la identidad proviene del Dios que nos creó como amados hijos e hijas, el Dios que se deleita en nosotros cuando vivimos para lo que fuimos creados, el Dios que ve nuestras vidas como un regalo y que no quiere nada más que una verdadera relación con Él.

Nuestras vidas y lo que decidimos hacer con ellas tienen la capacidad de alcanzar este potencial en cómo interactuamos el uno con el otro; y en la larga, cómo decidimos vivir nuestras vidas en el plan de Dios.

About the Author

Stephanie Salinas

Cuando Stephanie era niña, tenía un fuerte deseo de ayudar a la gente, y el "plan perfecto" para lograrlo. Todo esto hasta el momento que se encontró cara a cara con el Dios del universo. El Señor arruinó sus planes de la mejor manera posible y ahora ella se esfuerza diario a vivir en gratitud y servicio a Él. Cuando no esta escuchando a su esposo tocar la guitarra y cantar, jugando con su hermosa bebé, o pasando tiempo con sus familias, trabaja como Directora de Educación Religiosa en su parroquia e invita a los jóvenes a tener una relación real con Dios en la manera que ella fue invitada. ¡El Señor constantemente se le revela y su meta diaria es callarse y escuchar lo más posible!